El 20 de abril de 1964 se realizó la primera experiencia pública, con video en blanco y negro. Seis décadas más tarde, esta tecnología es clave para las reuniones a distancia.
La videoconferencia es una pieza más del menú de posibilidades de comunicación entre las personas, y cumple un lugar destacado en actividades como la telemedicina, la educación a distancia, las reuniones online y más. Por los requerimientos de asilamiento generados por la pandemia de Covid-19, la videollamada se posicionó en el centro de la escena de las personas de todas las edades. Pero antes de encontrar este lugar destacado, tuvo que atravesar un largo camino.
El 20 de abril de 1964 se celebró la primera videoconferencia pública de la historia. El evento histórico ocurrió durante una feria mundial en la ciudad de Nueva York, en el marco de la presentación del primer teléfono con videollamadas (PicturePhone) por parte de Laboratorios Bell. La primera videollamada tuvo como protagonistas a los ganadores de los concursos de Mr. y Mrs. América del año 1964 y duró 10 minutos. La transmisión se realizó en blanco y negro, a 30 cuadros por segundo. Y luego, la compañía AT&T, que fue la que comercializó inicialmente esta tecnología, dispuso de seis cabinas en la cuales los visitantes podían realizar videollamadas y hablar hasta 10 minutos con una persona ubicada en la filial de California de Disneylandia, donde se había instalado un área de demostración similar.
Según relata Óscar Baudot en un artículo sobre el tema, este desarrollo, que implicaba transmitir video a través de líneas telefónicas convencionales, “había arrancado treinta años antes en un laboratorio ubicado en Manhattan, por medio de un proyecto en el cual estuvieron involucrados unos 200 científicos, técnicos e ingenieros, todos dirigido por Herbert Ives”.
A partir de junio de 1964 la compañía AT&T “empezó a ofrecer el servicio comercial de videoconferencias instalando PicturePhones públicos en New York, Washington DC y Chicago”. Pero en ese entonces las videollamadas de tres minutos resultaban muy costosas: entre U$S 16 y 27 (es decir, unos U$S 118 a 199 actuales, si se ajustara por inflación). Esto hizo que en 1968 los PicturePhones fueran retirados de operación. Así fue como hacia fines de los años 70 la videollamada entró en una especie de cono de sombras por falta de interés comercial.
En la corriente principal
A partir de los años 80 continuaron los desarrollos y fueron surgiendo nuevas soluciones. Pero la videoconferencia recién logró hacerse masiva, como decíamos, ya en pleno siglo XXI, con aplicaciones gratuitas como Skype o Hangouts y soluciones con versiones profesionales pagas como Zoom, Webex, BlueJeans, EasyMeeting. A estas aplicaciones también se sumaron otras como Facetime, Teams y Meet.
Con el mayor despliegue de la banda ancha, las tecnologías móviles y el Cloud Computing, estas soluciones hoy requieren de una inversión inicial mínima en comparación con los sistemas tradicionales, que demandaban importantes erogaciones en hardware y mantenimiento. Por otra parte, la videoconferencia en la nube deja de estar limitada por un equipo de sala y permite conectar diferentes participantes desde sus notebooks, dispositivos móviles o tabletas, en cualquier momento y lugar.
Nuevo escenario
El nuevo escenario tecnológico habilita a desplegar esquemas de colaboración entre equipos de trabajo que se encuentran distantes entre sí, algo que resulta clave en el contexto actual de avance del trabajo híbrido. Además de generar las condiciones para la colaboración entre diferentes equipos, esta tecnología permite que las organizaciones interactúen con sus proveedores, inversores, clientes, colegas y partes interesadas, y también que reduzcan los gastos de viajes.
Según Statista, en 2022 el mercado global de videoconferencia valía casi U$S 11 mil millones y llegará a U$S 19 mil millones en 2027. En el futuro próximo también se espera que la comunicación virtual se revolucione con las capacidades avanzadas de procesamiento del lenguaje de la inteligencia artificial (IA).
En particular la IA generativa podría transformar la forma en que se llevan a cabo las reuniones. Al respecto, el emprendedor Dash Bibhudatta anticipa que a futuro esta tecnología permitirá “generar actas y resúmenes de las reuniones de manera automática”. Y, por ejemplo, en el campo de la educación permitirá ofrecer contenido personalizado adaptado a los diferentes estilos de aprendizaje.
Otras novedades que ya se empiezan a incorporar en las videoconferencias son la traducción del idioma en tiempo real impulsada por IA, la cancelación del ruido de fondo, la transcripción automatizada y la programación inteligente de reuniones, entre otros.
Una gran ventaja de la videoconferencia es que permite aumentar la accesibilidad de distintas prestaciones para las áreas distantes o rurales. Por ejemplo, gracias a este desarrollo se hacen posibles prácticas como la telemedicina. Y también los cursos de capacitación y las modernas propuestas de formación a distancia, como la que brindamos actualmente en institutos especializados como Teclab.