El incremento en la cobertura de Internet, la masificación de dispositivos y los medios masivos de comunicación impactaron en todos los ámbitos y modificaron intercambios, espacios y estructuras sociales, económicas y culturales. Sin embargo, estos cambios de paradigma no han sido aún asimilados en el sistema educativo, que parece permanecer estático en sus prácticas frente a los cambios mencionados y ajeno a lo que sucede fuera de él mismo. Es esto, en definitiva, lo que produce la crisis de legitimidad del sistema educativo: su separación del sistema productivo, de los estudiantes e incluso la sociedad.
Actualmente nos encontramos formando a ciudadanos para un mundo que no solo cambia constantemente a ritmos vertiginosos, sino que también precisará expertos en disciplinas que aún desconocemos y entonces, se torna imprescindible definir qué es lo que consideramos importante enseñar en este contexto histórico. Si decimos que nuestros alumnos tienen que adaptarse y aprender continuamente, el desarrollo de la creatividad, flexibilidad y la capacidad de aprender a aprender, se vuelven fundamentales.
El cambio de paradigma educativo
Esto nos enfrenta a la necesidad de definir un nuevo paradigma educativo en el que educador deja de ser la “fuente” de conocimiento y se convierte en un facilitador, mediador y orientador en el proceso de enseñanza-aprendizaje, más que en el centro del proceso educativo. Es quien forma a los estudiantes para que sean capaces de construir conocimientos y procesar, analizar y evaluar críticamente el caudal de información que los rodea.
Es indispensable abandonar la noción del educador como vehículo de conocimientos y del estudiante como un recipiente vacío, y dar así lugar a la creación de proyectos que resulten de interés para ellos y les permitan describir y diseñar los propios, creando nuevas formas de conocimientos: actividades reales en contextos reales. Debemos tener por objetivo promover en ellos una actitud activa, responsable y comprometida en su proceso de aprendizaje. Motivarlo a dejar de ser un espectador para tomar la oportunidad que se le brinda y decidir qué aprender y cómo, por ejemplo: a través de actividades que involucren la solución de problemas, respuestas a preguntas, formulación de preguntas, explicaciones, análisis, síntesis y evaluación de información, entre otras; es decir, a través de actividades que requieran que el estudiante piense acerca de lo que está haciendo.
Es necesario, por lo tanto, no solo ampliar dichas habilidades a través de espacios curriculares (como Cibercapacidades), sino también desterrar la idea de que estas tecnologías deben ser aplicadas e incorporadas a las prácticas educativas tradicionales, cuando éstas son incompatibles entre sí.
La tecnología como herramienta para superación
Asimismo, considerando la presencia de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, que atraviesan no solo vida social y cultural, sino también el mercado laboral, se hace indispensable repensar el concepto de alfabetización instaurado en el actual paradigma educativo, centrado en las habilidades consideradas fundamentales y troncales: escritura, lectura, aritmética. Es necesario, por lo tanto, no solo ampliar dichas habilidades a través de espacios curriculares (como Cibercapacidades), sino también desterrar la idea de que estas tecnologías deben ser aplicadas e incorporadas a las prácticas educativas tradicionales, cuando éstas son incompatibles entre sí.
Las TIC requieren, por sus propias características, dinámica y naturaleza, de nuevas prácticas y estrategias. En este sentido, la alfabetización digital tiene por finalidad que los ciudadanos no solo puedan recurrir a la tecnología en sus tareas cotidianas, sino que también la utilicen para generar desarrollo, progreso, bienestar y nuevas oportunidades. Es por eso que proyectos como Teclab son tan disruptivos. Es aquí donde yace además, parte del valor de la educación mediada por tecnología; que permite al estudiante la posibilidad de asumir un trayecto formativo indistintamente de su trabajo o sus responsabilidades cotidianas así como desarrollar su autonomía, ampliar su concepto de comunidad y adoptar la tecnología como una herramienta para su aprendizaje.