Cambiar de rubro no es solo cambiar de trabajo. Es atreverse a empezar de nuevo, muchas veces dejando atrás años de experiencia o una carrera construida. Puede dar miedo, sí, pero también puede ser una de las mejores decisiones de tu vida si lo haces con estrategia y foco.
Y no estás solo. Según el Informe sobre el futuro del empleo 2025 del Foro Económico Mundial, el 40% de las habilidades requeridas en los empleos actuales están cambiando, y más del 60% de los empleadores en América Latina reconocen que enfrentan una gran brecha entre los perfiles que necesitan y los que encuentran.
Además, según la OIT, miles de personas jóvenes en la región están dejando sectores tradicionales como manufactura o agricultura para ingresar al mundo de los servicios, la tecnología o la educación.
¿Qué significa esto? Que no solo es posible cambiar de rubro: hoy es más común —y necesario— que nunca..
Paso 1: Entendé tu “para qué”
Antes de mandar currículums o renunciar a todo, pará un segundo y preguntate:
¿Por qué quiero cambiar de rubro? ¿Qué me gustaría hacer en el nuevo?
A veces el problema no es el rubro, sino las condiciones laborales. Otras veces, sí es el momento de girar hacia algo que te entusiasme más. Lo importante es tener claro el para qué y no solo salir huyendo de lo que no funciona.
Paso 2: Hacé un inventario de tus habilidades (y capitalizalas)
Muchos piensan: “no sé nada del nuevo rubro”. Pero la realidad es que sí sabés cosas valiosas, solo que hay que traducirlas.
Ejemplo: si venís del área comercial y querés pasarte al marketing digital, probablemente ya tengas habilidades en atención al cliente, negociación o comunicación. Todo eso suma. Y si venís de docencia y querés ir a recursos humanos, tu experiencia explicando, guiando y gestionando personas es clave.
Tip: Hacé una lista de tus habilidades y cruzalas con las que se buscan en el rubro nuevo. Seguro encontrás más coincidencias de las que creés.
Paso 3: Formate en lo que te falta (sin sobreformarte)
Lo importante es aprender lo que realmente necesitas para empezar en el nuevo rubro: herramientas, lenguaje, procesos.
Elegí formaciones prácticas, orientadas al mundo laboral actual, y que te ayuden a hacer red con personas del sector.
Paso 4: Conectá con personas que ya estén ahí
Cambiar de rubro puede ser solitario si lo hacés a ciegas. Por eso, buscá referentes, gente que ya haya hecho ese cambio o personas que trabajen en el nuevo campo. Hablá con ellas, preguntá, pedí consejos, construí red.
LinkedIn, eventos gratuitos, grupos de Telegram o incluso foros en redes pueden ser una gran fuente de conexión e inspiración.
Paso 5: Empezá por algo chico (y estratégico)
No tenés que conseguir el trabajo ideal de entrada. Podés buscar un puesto junior, hacer un proyecto freelance, participar en voluntariados o hacer prácticas. Lo importante es meter un pie en el nuevo mundo, ganar experiencia y aprender desde adentro.
Cada paso suma, y todo nuevo comienzo es válido cuando tiene dirección.
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Cambiar de rubro no es fallar, es crecer
¿Fracasar? No. Cambiar de rubro es animarte a ser coherente con lo que sos hoy.
Y si lo haces con un plan, con humildad para aprender y con la mentalidad de sumar, vas a abrirte caminos que quizás nunca te habías imaginado.
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