El Diario La Nación, lanzó una nota donde relataba una novedad para la Argentina: se desarrolló un software que posibilita medir las emociones de los alumnos en las aulas de nuestro país para mejorar la enseñanza. Este avance tecnológico apalanca el rumbo hacia donde está yendo la educación. La visión centrada en el estudiante es cada vez más fuerte y las emociones juegan un papel importante para saber cómo son recibidos los procesos de aprendizaje.
Si dentro de una clase se percibe un ambiente pesado, miradas perdidas en el vacío, algún que otro bostezo, evidentemente algo está sucediendo que traba el proceso de aprendizaje. Todos nos hemos encontrado del lado del estudiante y muchas veces es difícil mantener la concentración. A veces sucede que nuestra predisposición no es la correcta y otras porque simplemente la enseñanza no está interpelándonos.
Emociones y nuevas tecnologías
El experimento contó con Microsoft y Practia como parte del equipo y se centraron en el análisis del reconocimiento facial e interpretación de los rostros, la transcripción de lo que se dice en el aula y quién lo dice. Esto no solo pasa en el sector de la educación, las grandes empresas como Microsoft, IBM y Amazon también se preocupan en cómo interactúan sus usuarios y realizan este tipo de sistemas que reconoce sentimientos.
A pesar de que estas tecnologías no están disponibles para todo el público no quita que continúe siendo un factor importante para el mundo empresarial, el sector educativo y básicamente cualquier organización o institución que tenga interacción entre humanos. La psicología como rama se ha ocupado largo y tendido sobre esta problemática y el campo de estudio se ha especificado mucho.
Las emociones en las aulas vienen siendo estudiadas desde hace años, cómo los alumnos interactúan en los espacios de aprendizaje puede darnos muchas pistas sobre cómo mejorar los procesos pedagógicos y focalizarnos en ellos. Mejora resultados, facilita los procesos y genera satisfacción para todos los que participan del momento educativo.
E-Learning y las emociones
En las aulas virtuales esto se dificulta un poco más ¿cómo medimos emociones si no estamos en el mismo espacio físico? Bueno, estudios sobre los procesos de aprendizajes digitales han demostrado que la presencia de emociones positivas durante exámenes o distintas actividades está vinculado con el sistema afectivo-emocional del compromiso. ¿Qué significa esto? que las emociones positivas o negativas tienen un alto grado de impacto a la hora de interactuar con el aprendizaje. Si nuestras emociones son en mayoría negativas, se hará mucho más difícil poder prestar atención, asimilar conocimientos e incluso estar abierto a nueva información.
Esto tiene que ver con una aproximación socio-cognitiva que definen a las emociones (el sistema emocional-afectivo) como un sistema de adaptación y regulan nuestra atención, interés y predisposición cuando estamos frente a un nuevo proceso. La actividad cerebral del alumno es mínima cuando se convierte en un receptor pasivo de la información, pero aumenta considerablemente cuando participa activamente en el proceso de aprendizaje.
Teoría del flow
Existe una teoría denominada “La teoría del flow” que sugiera que la experiencia óptima de un estudiante, ocurre cuando los recursos que tienen los alumnos, se focalizan en metas realistas y alcanzables. Además, la coincidencia de las habilidades personales con oportunidades y los logros obtenidos, generan un bienestar en el alumno, y la predisposición para los desafíos.
Este flow entre las metas, las habilidades y los logros, puede generar un escenario de experiencia óptima del estudiante, que se refleja directamente en un estado motivacional positivo. Ahí la percepción de sus propias habilidades coinciden con las tareas que tienen que realizar y con los desafíos presentados. Incluso si la tarea se presenta como difícil, los estudiantes con un alto sentido de eficiencia personal, transforman los obstáculos y dificultades en oportunidades para mejorar las competencias y desarrollar habilidades. Entonces, las emociones de los alumnos en las aulas concentran una gran importancia en su desempeño.
Neurociencia para mejorar
Existe también un desarrollo en los estudios de la neurociencia. Incluso se especifican y desarrollan en conceptos de neuroeducación y neurodidactica, que persiguen optimizar el proceso de enseñanza a partir del desarrollo del cerebro, su aporte fundamental a la educación se puede resumir en la frase “para aprender hay que emocionarse”. Considera esta disciplina que un modelo pedagógico centrado en el estudiante como receptor pasivo no logra motivar ni concentrar toda su atención en una tarea. Experimentos realizados dan cuenta de que al adquirir nueva información el cerebro procesa los datos desde el hemisferio derecho, relacionado más con las imágenes y la creatividad, por lo que considera que las palabras tienen poca influencia cuando se quieren enseñar nuevos contenidos.
Entonces si consideramos estos escenarios como importantes, podemos ver un panorama un poco más grande. Si el sistema educativo puede propiciar el desarrollo de estas emociones cognitivas; el contexto de aprendizaje de los alumnos mejorará exponencialmente. Así, a la hora del desarrollo de ambientes de e-learning, tenemos que tener en cuenta las asociaciones que el alumno puede hacer entre el contenido y su experiencia. Virar la atención a sus necesidades y realidades, y de esta manera, comprender el ecosistema de aprendizaje para apoyar la mejora de los estudiantes. Desde Teclab trabajamos para que el contenido curricular de nuestras materias y la forma en la que nos conectamos con los alumnos, tenga en cuenta las particularidades de cada uno de ellos. Potenciar su aprendizaje, también depende de nuestra mirada perceptiva e innovación a la hora de pensar las aulas virtuales.